Vamos a arrancar sin vueltas: Mendoza está secuestrada por un Estado inútil que vive del verso, no de los resultados. Un aparato político oxidado que reemplazó la planificación por el PowerPoint, y la inversión privada por el clientelismo disfrazado de “política energética”. Es claro que el único pozo que perfora, es el relato.
El gobernador habló con orgullo sobre cómo le iba a la provincia con el tema de los hidrocarburos. Las estadísticas para la expansión de la extracción tradicional del petróleo son tan engañosas como las garantías de un futuro deslumbrante que, en verdad, es inexistente. Aunque el capital gravita hacia Neuquén, Mendoza simplemente evade el declive (como esquivar una trampa en una región abundante de recursos) y, con suerte, ha aumentado un insignificante 1%. Lo llaman "crecimiento" cuando en realidad apenas evitaron el derrumbe. Festejan un insignificante 1% como si hubieran descubierto petróleo en Marte. ¿La realidad? No hubo planificación, no hubo eficiencia, no hubo mérito: hubo suerte y maquillaje.
El discurso del 1 de mayo de Cornejo no es más que una estafa emocional para que el contribuyente crea que el Estado provincial "está haciendo algo". No hay tanto oro bajo tierra, como humo arriba, en la superficie. Puro relato para justificar su supervivencia parasitaria.
En sus dichos nos encontramos con un clásico argentino: un gasoducto financiado por el Estado. ¿Por qué no lo hace el sector privado? Porque nadie quiere meterse en un negocio donde el socio estatal cobra primero, pone reglas después y se lava las manos siempre. Lo pagamos todos, lo licitan ellos, lo entregan mal y tarde. Sería un afano más con la obra pública.
Y hablando de afanos, el Señor feudal se jacta de estar construyendo un “sistema de seguridad moderno, inteligente y eficiente”, pero detrás del maquillaje semántico se esconde la realidad que atormenta a todos los mendocinos: robos, asaltos, escruches y narcotrafico. Su obsesión con los números —“473 aprehensiones por día”, “más de 10.000 allanamientos en un año”— no es más que una estrategia del marketing político para pegarse a la imagen de Milei. No es una gestión seria de la seguridad pública. Convertir a la policía en una máquina de detenciones no es lo mismo que garantizar justicia.
Recordemos que según datos del Ministerio de Seguridad de la Nación correspondientes al año 2024, Mendoza es tan insegura, que es la 3er provincia del país con 1.564 robos cada 100.000 habitantes. En primer lugar, esta CABA, segundo Córdoba. Santa Fe está en el octavo puesto. Saquen sus conclusiones.
En su discurso también propone construir más cárceles —una en San Rafael, otra en Cacheuta— pero no dice con qué dinero... tampoco habla de fomentos al sector privado para hacerlo. Es claro que el Estado no sabe qué hacer con los problemas de fondo. ¿Y qué resultados concretos genera? Ninguno, porque las cárceles tienen que ser llenadas con delincuentes, y la justicia es una puerta giratoria.
Pero lo más grotesco es que Cornejo quiere jugar al libertario mientras “vende” un modelo de control, vigilancia y castigo típico de una serie policial de EE UU. Hay, eso sí, mucha impostura, mucha puesta en escena y cero autocríticas. Y es que cuando habla de seguridad y sus promesas, no hace mas que recordamos la gloria del Mapa del Delito de Celso Jaque. Es básicamente, la misma montaña de excremento, pero con diferente olor.
Economía: estatismo con peluca libertaria
¿Tarifas eléctricas a la baja? Mentira piadosa. Nadie te dice que en el sur mendocino le ponen impuestos municipales a la factura de la luz... Las personas del gobierno nunca van a perder. Es que por mas que digan que baje la tarifa eléctrica, no es tan así... parece que el “desierto” geográfico que existe entre el departamento de San Carlos y San Rafael es un condicional para el discurso del gobernador.
El panorama no mejora en cuanto al agro. La agricultura también se arrastra entre subsidios y slogans. Hablan de “apoyo al productor” como si eso realmente sucediera con los pequeños productores. Pero no hay crédito, no hay acceso real a herramientas modernas, no hay competitividad. Solo un plan: aguantar hasta la próxima elección con migajas del Estado.
La infraestructura es una lista de deseos escrita con lápiz y firmada con saliva. Sobrecostos, licitaciones probablemente arregladas o truchas y avances que sólo se ven en afiches. El sector privado, mientras tanto, pide aire: menos impuestos, reglas claras, libertad para producir sin tener que arrodillarse ante un burócrata.
En este marco, el turismo se presenta como una panacea económica, pero solo existe en la gacetilla del Ministerio. ¿Estrategia? Precaria. ¿Infraestructura? Colapsada. El marketing estatal es inversamente proporcional al servicio real. Venden Mendoza como Europa, pero viajás como en Uganda, sino tomen la ruta desde el Gran Mendoza a San Rafael, que para llegar a la ciudad pasas por un parque temático de cráteres lunares en lugar de una ruta.
Y cuando no saben qué más vender, te tiran “exportaciones”. ¿Pero qué exportan? ¿Relato? Mendoza no tiene escala, ni tecnología, ni inserción internacional real. Solo tiene un Estado que vive de fingir que hace lo que debería dejar de intentar.
En resumen, Mendoza no crece. Mendoza sobrevive. A pesar del Estado, no gracias a él. Podría ser una potencia regional si soltara el lastre estatal, bajara impuestos, liberalizara mercados y dejara de subsidiar el fracaso con plata ajena. Pero eligió el camino del relato, la ficción presupuestaria y el populismo de Excel.
La única transición energética que vive Mendoza es de la realidad al delirio estatal. Hasta que no se entienda que el problema es el Estado mismo, no va a cambiar nada. Solo van a seguir vendiendo espejitos de colores, mientras el contribuyente paga el circo.
Retrato del Chantanauta
Queda más que claro que Alfredo Cornejo es el típico político argentino de manual: se acomoda al viento que sople más fuerte. Durante años gobernó Mendoza como un socialdemócrata de bolsillo, enamorado del gasto público y de los aparatos estatales, pero ahora, como ve que el clima cambió, se disfraza de liberal para no quedar fuera del reparto en las próximas elecciones. Es la misma casta de siempre, solo que ahora se pone una campera de cuero y habla de libertad para la foto.
Lo que dice en sus discursos y lo que hace en la gestión no tienen absolutamente nada que ver. Habla de "inversiones", pero es el primero en intervenir, regular y ahogar al sector privado con impuestos, tasas y trabas administrativas. Dice que quiere un Estado eficiente, pero su gestión ha estado marcada por el amiguismo, el control institucional y la dependencia estructural del gasto público. ¿Eso es liberalismo? No. Eso es el mismo estatismo de siempre con otro marketing.
Cornejo quiere seducir a Milei, pero su récord lo condena. ¿Dónde estaba su fervor por el libre mercado cuando subsidiaba sectores ineficientes con la plata del contribuyente mendocino? ¿Dónde estaba su rebeldía ante el centralismo cuando se alineaba con los lobbies nacionales de siempre? Quiere la foto con el león, pero es un zorro domesticado por el sistema kirchnerista.Mendoza bajo su conducción no bajó impuestos. No liberó mercados. No privatizó nada. No achicó el Estado. Solo lo pintó de moderno para que parezca menos molesto. La "modernización" cornejista fue más relato que revolución. Y ahora pretende hablarle al votante libertario como si hubiera combatido a la casta desde adentro. Mentira.
Cornejo no quiere una Mendoza libre. Quiere una Mendoza obediente a su modelo de poder, donde todo pase por su mesa y todo se controle desde el centro. Su supuesto acercamiento al liberalismo no es convicción, es cálculo. Es un político profesional intentando subirse al tren de las ideas que nunca defendió.
Es hora de dejar de votar gerentes del sistema, degenerados políticos que se hacen los libertarios en campaña. Mendoza merece libertad real, no más simulacros.
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