El arte de la victimización en política no es nuevo, pero Hebe Casado ha decidido llevarlo al siguiente nivel. Esta semana, la vicegobernadora de Mendoza denunció ni más ni menos que una conspiración transversal en su contra. Libertarios, demócratas, peronistas y kirchneristas —todos juntos, todos revueltos, todos maquinando— habrían unido fuerzas para sacarla de la escena política. Un Frankenstein ideológico que, por supuesto, sólo existe en su cabeza. El motivo de semejante sospecha es, en apariencia, un video: se vio a personas siendo acarreadas a un acto en Guaymallén con promesas de bolsones de comida. En lugar de explicar qué hacía su espacio político en ese operativo clientelar —la antítesis del ideario liberal que tanto proclaman—, Casado se escudó en una teoría de complot tan burda como conveniente: “fueron plantados”, dijo. Como si eso borrara la escena. Lo preocupante no es solo la negación, sino la construcción de una narrativa delirante, donde la crítica legítima se co...